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Las «no-películas»: orugas que no llegan a mariposas



El contexto de pandemia ha recrudecido una situación propia del mundo audiovisual: las ideas que no logran hacer el ciclo completo y llegar a la instancia de exhibición. La autora, dedicada a la formación y la realización, se pregunta por las películas que no consiguen financiamiento, los proyectos que son abandonados, las historias que no consiguen director, los relatos que nunca ven la luz.


El cine que se promociona en medios, las películas que son analizadas por la crítica especializada, los proyectos que llegan a los mercados y festivales y se distribuyen en distintas zonas de exhibición y venta, son historias que han cumplido todo el ciclo de “gestación” audiovisual. Una película estrenada es aquella que ha logrado sortear todas las instancias del proceso y ha llegado con éxito a su objetivo último: la exhibición y el contacto con el público. Una película estrenada es, para la mayoría de los cineastas independientes, una instancia “de éxito”. Pero a muchos les ha llevado toda una vida llegar a ese punto.

De lo que casi nunca se habla fuera de las aulas de formación, o de las instancias “work in progress” de festivales o convocatorias de desarrollo, es de los proyectos que quedan anclados en algún punto de la producción, y no continúan su proceso. Son, de alguna manera, “abortados”. El productor o director lo abandona, ya sea porque no consigue financiamiento o porque pierde su razón de ser, las motivaciones, las ganas.

Los proyectos «abandonados» o los “aún no concluidos” son muchos más de los que llegan al final del proceso. En cada convocatoria de financiamiento regional en busca de nuevos directores, sea de orden nacional a través del Instituto de Cine argentino (INCAA) o de orden provincial (Polo Audiovisual Córdoba, por ejemplo), obtienen apoyo menos del 5% de los proyectos. Es decir que en cada convocatoria de subsidios y estímulos para películas, por cada proyecto ganador, más de 95 quedan afuera de los fondos estatales. En este punto, la mayoría “no ganadora” puede tomar dos caminos: tomar nota de aquello que puede mejorar, trabajarlo y presentarlo nuevamente en una nueva convocatoria, o dejarlo para siempre y buscar una nueva idea.

Un importante director de cine industrial suele decir que “el cine es, básicamente, una carrera de resistencia”. Los productores suelen advertir en sus talleres que la experiencia de producir una película independiente se parece en un punto a la idea de un matrimonio: lo que el proyecto demanda es paciencia, recursos y trabajo durante un largo período de tiempo. Hay que estar muy  convencidos y con el entusiasmo suficiente para sostener a lo largo del camino la intención de narrar tal o cual historia, y para mantener el equipo de trabajo encaminado en el mismo objetivo.

En términos de dinero, para el realizador independiente ese proceso tiene un costo económico muy alto. Siempre hay gastos; ganancias, nunca se sabe. La mayoría de los realizadores independientes trabaja en cuestiones afines casi todo el tiempo: docencia, publicidad, gestión cultural, y “entran a la cancha” del rodaje cuando se puede.

Curiosamente, en el sistema “mainstream” también se descartan más proyectos de los que finalmente se realizan. A veces por cuestiones de mercado, y otras por razones de la artística. Hubo historias que, por su crudeza, nadie quiso filmar (recuerdo directores que rechazaban de plano filmar la historia de la Colonia Dignidad, en Chile, por la crueldad de la temática, ya que incluía torturas, abusos, pedofilia. Pocos tendrían el estómago o la disposición de hurgar en esos temas a lo largo de varios meses).

Por el contexto de pandemia en que vivimos desde hace varios meses, se han suspendido rodajes en todo el planeta. Muchos realizadores, contratados o independientes, están en serias dificultades financieras. Grandes empresas se han declarado en quiebra, mientras que otras, ligadas a la exhibición por streaming, han multiplicado sus audiencias. Son tiempos de profundos cambios. Pese a todo, algunas producciones empiezan a retomarse, y muchas actividades de formación y estímulos pueden hacerse de manera online.

Aún no sabemos qué proyectos van a sobrevivir a este contexto. Serán (una vez más y como siempre) los que estén acompañados por realizadores lo suficientemente resistentes y entusiasmados con su idea, de manera tal que puedan dedicarle a la criatura el tiempo necesario hasta que esta finalmente pueda ver la luz.




Licenciada en Cine y televisión, docente, gestora cultural y realizadora. Sus trabajos documentales más relevantes fueron Hilda (competencia oficial BAFICI 2014), y la realización colectiva Córdoba Sinfonía Urbana (sección Panorama argentino Festival Internacional de cine de Mar del Plata).


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